lunes, 1 de febrero de 2010

Y ya nunca más (incluyendo éstos) usó términos absolutos


La madre de Clara tiene 37 años, era muy joven cuando la tuvo, hasta ese momento ella era muy radical en sus acciones y pensamientos. Hasta que llegó su hija berreando, con los ojos abiertos y los puños cerrados a pelear por la vida con valentía, inaugurando un nuevo tiempo, un nuevo espacio, inaugurándole a su madre un nuevo tipo de amor desconocido que pensó que nunca iba a sentir. Después de su llegada aprendieron tantas cosas! Todo cambió, siempre adquirió otro significado, bueno y malo adquirieron matices y “nada”, dejó de existir en el universo de esta madre. Sintió el poder de la vida y ya nunca más (incluyendo éstos) usó términos absolutos.

Hoy Clara tiene 16 años y es absolutista como lo era su madre. “Nunca más le hablo mami, te lo juro”!
La madre la mira sonriente y piensa… “Ay mi amor, nunca y siempre son términos tan relativos”…
Sigue Clara con sus imprecaciones: TODA mi vida pensando que él era TODO para mí!, SIEMPRE lo acompañé en TODO, NUNCA miré a NADIE que no fuera él y ahora… no me llama, no me mira, no me necesita, LO ODIO Y LO ODIARÉ PARA SIEMPRE!!!!
La madre la mira con mucha ternura y conmovida por su dolor, pasa su mano por el cabello rizado de Clara, se ve a sí misma 20 años atrás y una lágrima le corre por la mejilla, pero no dice nada…
Ella sabe muy bien lo que siente Clara. Fue necesario que pasara la vida, los amores y los desamores, encantos y desencantos, para darle el tono adecuado a las cosas. Para ella “te amaré por siempre” se fue transformando en “te amaré mientras dure”, “Nunca más le dirijo la palabra” se fue transformando en “no le dirigiré la palabra hasta que nuevamente sienta deseos de hacerlo”. “Nunca te olvidaré” dio paso a “te iré olvidando en la medida que pueda y quiera”, “Eres todo para mí” se convirtió en “Eres muy importante para mí, aquí y ahora”.

Clara no está preparada para este relativismo, ella es demasiado joven aún y su madre lo sabe, por eso no le dice nada todavía, espera el momento adecuado para que sus palabras no caigan en saco roto.
Ella sabe de cabezas duras y de la necesidad que tienen esas cabecitas de darse contra la pared, allí en el mismo lugar donde años atrás se golpeó su madre y su abuela y la vecina… Marcas tiene la pared de cabezas duras y fundamentalistas que no están dispuestas a prestar oído ni inteligencia a burdas experiencias de otras personas.
La madre conoce la respuesta a sus “consejos” porque ya lo experimentó: “Mamá, eso era en TU época, las cosas AHORA son distintas”. “Ay por favor!!! No vas a comparar la era del hielo con lo que está pasando ahora, ple no si glo vein ti u no!!!!!! Vos dejame a mí, ahora es diferente, mamá, convencete de que los jóvenes de hoy no son como eras ustedes, unos caídos de la higuera como dice la abuela.
Y la madre sabe que es cierto, ella fue otra caída de la higuera, que tardó es despabilarse como 20 años, por eso acaricia los cabellos de Clara y desea para sí que no sufra demasiado, que pronto los nunca y los siempre de ella adquieran la necesaria relatividad que tiene la vida. Y sabe, muy dentro que poco puede hacer para evitar que su hija se dé de bruces una y otra vez contra el sufrimiento, y sabe que eso es imprescindible para que crezca.

Unos años después, se encontrarán en similar situación, Clara llorará mirándose al espejo y su madre acariciará sus rizos y con una mirada interrogará a la hija, ya crecida y ésta le adivinará el pensamiento y dirá, entre sollozos:”No te preocupes má, ya sé que siempre y nunca son tan radicales como todo o nada, que las cosas nos son sólo blancas o negras, ahora lo sé y por eso mismo, igual que tú, empezaré a templar mis términos absolutos.

1 comentario:

  1. Excelente, claro ejemplo de situaciones de mi vida, estoy contento, ya q lo voy aprendiendo.
    Lo entiendo y lo practico, aunque muchas veces me duele.

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