lunes, 26 de abril de 2010

Me gustaría verte...


Me gustaría verte, que el sol te dé en el pelo, que tu sonrisa dispare cascabeles al venir a mi encuentro. Quisiera estirar los brazos y abrazarte fuerte, sentirte latir, abandonarme a tu abrazo y saber que sigo en pie, que me sostienes.
Me gustaría que desafiaras al viento, sólo por correr a mi lado y que me convencieras de que lo mejor que pudo pasarme es haberte conocido.

Que sea cerca del mar, que haya rocas grandes y pequeñas, cantos rodados y caracolitos, mejillones pegados al lomo de la piedra dejándose bañar por el mar y cosquillear por la resaca. Retar al frío, tantear las aguas del mar embravecido, descalzos, sorbiendo besos de arena y sal.
Me gustaría sentarme contigo a mirar el cielo, contar estrellas, constelarlas, encontrar allí un corazón universal que nos contenga, una energía que nos trascienda y nos arrastre, y ya nunca volver a ser los mismos.

Que no haya distancia ni enojos ni tormentas, que las nubes sean blancas y regordetas, que las flores estén todas abiertas para honrarnos.
Yo acaso pueda adivinar tu paso, adelantarme, avizorarte desde lejos cuando la brisa me traiga tu aroma. Y salirte al paso, rodear tu cuello, besar tus ojos y pegarte mi sonrisa a fuego en la frente. Yo acaso pueda incluso correr si estás muy lejos, acortarte el camino, rodeártelo con hojas de otoño, para que las levantes con tus pies, jugando, y las dejes suspendidas en el aire con tu brío.

Si, me gustaría, saber si es posible excomulgar al miedo, detener el tiempo, barrer con la tristeza y caminar de la mano bajo la luna de mayo…

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