viernes, 13 de agosto de 2010

Lo efímero.


Las pasiones se desbocan y mueren, pero antes de morir, arrasan todo. Dejan inerte al cuerpo que solloza, dejan regusto amargo. Naturaleza de lo efímero, tonto el que quiera tornarlo permanente. Perdería su sino, se transformaría en piedra inamovible, sin destellos. Lo que nace para morir temprano, como las mariposas, se disfruta en su milagroso instante. Después no hay retroceso. Después quedan mudos los que amaron, pasado el torbellino, presas de una quietud tenaz. Se borra la sonrisa, se estruja el alma, y no crece nada donde hubo racimos… Dejar pasar el tiempo, preparar el terreno y sembrar. Habrá nuevos retoños, brotes temblorosos que rompan la corteza y desafíen al viento para crecer fuertes. Si el clima es benigno, y los cuidados finos, acaso los secanos puedan devenir cobijo.

Volar contigo.


Quiero atrapar tu vuelo, no para detenerte sino por volar contigo. Que al rozar mi ventana te detengas y revises mi abrigo.

Que de ser necesario me arropes y me beses la frente. Que me invites y digas dulcemente "acá estoy, vente conmigo".

No pensaría dos veces para tomar tu mano y salir al frío.

Es fácil dejarse llevar, vivir el sueño, instante compartido.

La tristeza queda del otro lado, de allá venimos pero no es fatal que volvamos. Hay un cruce, un camino empinado y fragante (aroma de pinos), podemos pasar por allí, yo te aviso, dejame que siga atenta a las señales del río.

domingo, 1 de agosto de 2010

Dormidos y abrazados


Mezclando bien pasado con presente
Vivido con soñado
Nace un mito nuevo jamás imaginado
Allí descansan tus ojos siempre claros
Celestes aguaditos como otros ojos antes
Hace siglos creo no sé bien pero amados
Ojos que miran atravesando el cuerpo
Azul cielo insolentes desalmados
Terribles y oportunos me desvisten
Tus manos mi abrigo necesario
Tu boca lacerando historia llega en punto
Tu piel caminando mojada y anhelante
Busca la mía y la recubre de erizado antojo
Para hacer trizas la soledad de adentro
Para revolver los cimientos de la casa
rompiendo los cerrojos golpeando las aldabas
Se nos viene encima el techo, se aleja la ventana
Afuera el frío sopla castañeteando dientes
Adentro luto y dolor quedan sin armas
Nada queda por fuera del abrazo
Tu vientre se enciende contra el mío y lo colma
Todo lleno de luz avergüenza a la sombra
La luz de tus ojos tan claritos
Lo ilumina todo y los macabros
Asustados se esconden obsoletos
Pobrecitos insensatos balbuceantes
Se esconden cobardes por no ver
Que bellos somos, dormidos y abrazados