viernes, 14 de enero de 2011

Invierno equivocado


Los pies se hunden en el pasto, caminando como entre algodones, los pies horadan un poco y reciben mínima resistencia, parece que el césped pide ser acariciado por los pasos, pasos míos, de muchos, pasos de gente que anda… Yo puedo añorar el otoño, sólo porque es ocre, porque todo lo viste de su gama marroncito con dorado, y puedo añorar la primavera con sus brotes, retoñando una vez más, un año más de vida…

Este año, el invierno se metió adentro del verano y me lo cambió. Yo que creía que verano era indefectiblemente sinónimo de color en la piel, y gotas de agua perlando el cuerpo… que tenía pies arenosos y muchos caracoles por juntar… Pero este verano está frío, se me destempló el alma y no hay caso, tengo que hacer amainar el viento que me sopla encima de la cabeza, me despeina, me incomoda, me acongoja. Sería tanto más sencillo que el invierno se ubicara, fíjense no le cuesta nada! Ahora no es que iba! Estoy enojada con él, por qué yo a tener frío en enero? Voy por un abrigo liviano, no me resigno a rechinar los dientes. Que no me gane el desconcierto, que no me tenga pena la lluvia porque yo a ella la admiro. Ella puede lavar calles y penas, mojar pies, manos, caras, y ropas, y puede mojar el alma. ¿Lo sabían?, seguro alguno de ustedes si, otros tal vez no… cada uno maneja el invierno como puede.

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