domingo, 16 de noviembre de 2014

Media luna exacta

Velo que velas, tus ojos en la niebla. Se acomoda la luna en su mitad exacta. Trabaja reflejando sombras en el muro, como un paisaje que se mueve, con chimenea, detalles de mi cuadra. Vuelvo a mirar el cielo porque siempre responde,  brillo que brillas, tus ojos en mi espalda.
Viene hacia mi una melodía, suave a crecer la noche, de mieles y miradas, dormidas, enganchadas.
Deleite de geometría lunar, luna media, lunares en tu cara.
Esta noche tan fresca, invita a visitarla, a latir con ella, temblando en la ventana. Como otras noches tantas, que entraron en tu casa, prodigando caricias y besos en los ojos. Colocando botones de jazmines , muy cerca de tu almohada.
Son esas las cosas importantes, la luna, la noche y tu mirada. El fresco de la calle y de tu risa clara... El romper de los jazmines ayer en mi ventana.


Cuando todo termina, acaso un velo muerde la noche desvelada. Algún jazmín marchito, marrón cae en picada. Ha crecido el pasto y se tranca la ventana. La media luna vuelve, la otra mitad exacta, y ya no encuentra a aquellos que una vez la miraban.  

Se trata de soltar

No puedes detener al mar en la resaca, acaso tu mano retenga granos de arena y algunos nácares. El agua sólo volverá, cuando la marea lo decida.
Puedes retener una hoja soltada por la lluvia, pero al agua no, ella resbalará y luego se evaporará con el sol...
Se trata de soltar, de dejar ir. No vuelvas a encender las luces, deja oscuro el cuarto. Debes dejar de rezagar olvidos, pon a salvo los granos de arena, guarda en un libro la hoja, pero debes respetar el alma del agua y su albedrío.
Algo que la naturaleza enseña, si quieres ver el esplendor de una flor en plenitud de aroma... déjala en la planta, no la cortes.
Comienza a caminar despacio, con los sentidos abiertos y el foco en tu utopía. No pierdas el rumbo, no tienes tiempo que perder,  camina hombre, camina y déjate perder, para aprender del camino, para ser más sabio.

Es cierto que los caminos bordean de nostalgia, asoman flores lila y amarillas, lugares donde te sentiste bien. Pero como dijo Sabina, “al lugar donde has sido feliz, no debieras tratar de volver”.