domingo, 29 de noviembre de 2015

Una moña a lo vivido

Parada en el camino, sosteniendo mi peso. Repaso las caricias y zarpazos que me pegó la suerte y compruebo, firme, más gruesa la piel acá, remendado acullá. Cada capa de piel, cada remiendo, formando malla, la vida entretejió hilos metálicos y el corazón por dentro, aumentó su tamaño. Ahora voy atándole una moña a lo vivido, paquete bien armado con papel reluciente. Que todo bien merece un lugar de cuidado, alivianando el peso que te hormiguea los hombros y te late en el costado. Hay que dejar las cosas a resguardo pero no llevártelas contigo.
Parada entonces digo, sin hacer balance, porque no tengo ganas y no por no ser sabio hacer de cuando en cuando, unas rayas al libro y revisar los saldos. Sólo no tengo ganas, entonces no lo hago. Miro para atrás tan sólo por cambiar la mirada y para no olvidar cristales que mejoren el resto de la caminata.
Sosteniendo mi peso digo, no por vanagloriarme sino con gran esfuerzo, que a todos nos han retado en un momento con vientos y agua y remolinos. Y bueno, me agarré como pude y aquí estoy despeinada y con algún trapo roto, pero firme y dispuesta a seguir mi rodada. Como venga y como quiera yo modelarla.

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