No hay
desquicio posible si viajas en reversa, y acontecen miradas, partes de bocas,
sonidos, palabras. Si alguna vez dibujaste un nombre con adornos, se te pudo haber quedado en la
birome, por años en el cajón de la mesita de luz. Felicidad bajo fianza, a un
respingo de nariz, a un roce de la cara. A la vuelta de la oreja pudo estar y
no haber sido vista. Es importante revisar bien los lugares del recuerdo, hasta
en el codo pudo haber un brote que pasó inadvertido. Se habla del corazón y del
alma, lugares comunes. Hay que ser inusual para temblar por un dedo en la
frente. Por ahí tuviste un tiempo de mariposas rebeldes, esas que no acuden si
las llamas, ni reconocen vientre. Ni bosques ni días soleados, escondida en una
zanja pudo haber una. Metida en tu cabeza, haciendo revoltijo por el cuello. Puedes
soltarla ya, con la soledad como pliegue de memoria, el recuerdo burbujea, va
explotando despacio.