El tiempo no hace
ruido cuando pasa.
tal vez por atrapar
migajas de mi historia.
Y es un pasar
callado, de muchas historias que tejieron,
los caminos de ida,
las calles y las plazas.
Creo conocer esa
distancia de cabo a rabo,
pero no es igual
cuando la miro y siento.
No puede ser igual
porque son otros ojos los que miran,
como otros son los
caminos de vuelta.
Hay tramos enteros y
tramos que ralean, no es parejo.
Están revueltas y
mezcladas las hojas de un otoño con otros.
Tantas veredas
transitadas, suelas gastadas, tanta distancia.
Imposible saber, en
ese o este punto, cuál era justo aquella hoja.
Se puede solamente,
soplar hoy las hojas de este otoño,
y confiar en que van
a saber dónde les toca.
Y mirar adelante una
distancia nueva, con otros puntos,
con visitas
pendientes, con caminos de ida,
con lustrosos
minutos pasando calladitos,
en el estruendo de
la vida.
El tiempo no hace
ruido cuando pasa, es la vida que alborota,
ella es la
responsable -entre otras cosas- del entrevero de hojas.