
A veces hay
que respirar profundo y luego dejar caer la cabeza, como si quisieras soltarla,
al menos por un rato. Echar los hombros hacia atrás, más livianos...
Sería un
separarse imaginario de todo pensamiento, aunque sea paradoja y no se pueda.
Porque lo que se torna imposible es por pensarlo, si dejamos al cuerpo con el
alma a solas, acaso se pudiera todo. Hasta descifrar los códigos se podría,
para entender las risas y los lloros, el dolor que te conmueve, la emoción que
te enamora. Dicen los que saben, que
cuando tu cuerpo enferma, está avisando algo, dando alertas, cuidando que las
veas y hagas algo.
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