ATARDECE
Ahora que no hay
guitarras en la noche, ni noctilucas para mirar desde esa roca. Ahora
que tenemos más vida por detrás que por delante, una nube rosada y
gris que atardece, me vuelve a traer tu nombre. No nos cabían en el
morral tantos sueños, me llevabas sobre nubes en la moto y yo
abusaba gustosa del abrazo para no caer del cielo.
Ahora que no hay
primeras veces, ni vergüenzas, ni te quieros, el sol termina de
meterse y tu nombre se va desdibujando, no puedo sumarle más de
cuarenta años, lo dejo allí, en su sitio de mi historia. Casi no
hay rastros, sólo un poema que atesoro, escrito en una hoja de
cuaderno, con los dobleces amarillos.
PERRO MALO
Con el sol que no se
anima y la luna detrás del toldo gris, el frío se apodera de todo,
Las manos duelen, la nariz roja y el gorro lleno de agujeros, los
pies helados, Viene algún recuerdo que no se sabe bien de dónde
sale, o tal vez fue una imaginería, pero aparece como rasgando la
soledad. Es un rostro dulce, una mirada de mujer que sale de la nada.
¿Habrá sido esa mirada tierna? No le importa si fue, le importa que
por unos minutos, algo bueno le desarrugó el alma. Vuelve el frío,
la conciencia del entumecimiento y lo duro de la vereda, Ah, si tan
sólo pudiera zafar por diez minutos del olvido. No tiene miedo, no
siente nada. Le acercan un plato de guiso y despacio lo va comiendo,
como por inercia. Come un poco y da un silbido, el Pulga no viene.
Perro desgraciado, a dónde te fuiste, y yo acá guardándote guiso!
PRIMERA VEZ
Uno a uno
desabrochaba los botones de la blusa, demorándose, anticipando el
goce. Él la miraba estupefacto, tanto desearla y ahora estaba allí,
frente a él, esa piel soñada. ¿Qué hago?, preguntó. Y ella
sonrojada le dijo “dejate llevar”, y se fue acercando despacio
como una gata. Al tenerla tan cerca al muchacho se le escapó un
manotazo directo al escote mientras con la otra mano acercaba con
premura su cara a la de él. La muchacha reculó asustada, ¿No era
que no sabías, pedazo de bruto?, ¿No era dejate llevar? repreguntó
él.
ESPERA
Uno a uno los días
de la espera se desgranan empañando la ventana. Se le va diluyendo
el ánimo, se le descose el alma. Tendida sobre la cama, el llanto le
refresca la cara y no hay ruidos más allá de sus propias vísceras.
Una y otra vez el miedo irrumpe voraz y con los ojos como platos se
arruga sobre sí misma, se sienta en la cama y baja la cabeza,
alivio.
Amanece una vez más,
hay noticias en la radio, fue encontrado muerto y un grito se queda
atascado entre pecho y espalda.
Ya la ventana no
sirve de nada, ni la cama, ni todo su dolor inútil.
Sin lágrimas ya,
uno a uno pasarán los días mientras el duelo roe su cicatriz
enorme.
DESATADO
Más vale así. Sin despedidas con mocos, sin palabras que duelan. Salir despojado cortando el viento, firme el paso, liviana el alma. Alejarse silbando como si no doliera. Pensando que lo hecho no puede cambiarse, confiando en el tiempo para cambiar la mirada. Respirar, sentir el frío, sentirse desgraciado y disfrutarlo. Dejó una nota en la heladera, "Me voy tranquilo, seguí durmiendo, yo desperté temprano".
Más vale así. Sin despedidas con mocos, sin palabras que duelan. Salir despojado cortando el viento, firme el paso, liviana el alma. Alejarse silbando como si no doliera. Pensando que lo hecho no puede cambiarse, confiando en el tiempo para cambiar la mirada. Respirar, sentir el frío, sentirse desgraciado y disfrutarlo. Dejó una nota en la heladera, "Me voy tranquilo, seguí durmiendo, yo desperté temprano".