no debo ni siquiera pronunciarlo.
El grito de silencio en mi garganta,
debes bajo tus labios cobijarlo.
Crece benigna la frondosa planta,
crece el fruto tu debes cosecharlo.
De tules y bolillos es la manta,
Seda fina para ornamentarlo.
Es un susurro apenas esbozado,
que late en tu silencio y mi congoja,
tras un telón silente rebozado.
Es mi bien a tus piernas anidado,
ávido cargamento de tu alforja,
dulce sangre que late en mi costado.