Parece que fue ayer que hice y dije, que soñé que haría, que
pasaría por allí y luego por otro lado muy lejos de allí. Andaba yo, desde hace
mucho, pensando en soñar luego, queriendo mirar eso, empeñada en sembrar para
ver las hojas y buscando aguas, siempre aguas. Cantaba yo, cuando iba, y no
dejaba de cantar y no dejo. Y luego ese silencio, pausa para redondear vuelos,
para trazar el viaje. Cantando entonces para que hubiera sones encendidos que
decirle a alguien o a todos quienes quisieran oír.
Volví muchas veces, aún no habiendo ido. Subí dos escalones y bajé tres y luego
subí cinco. Poco tiempo después ya no los contaba. Creo que ni siquiera me
habría preocupado por el sentido de los peldaños, pues mientras dura la
canción, uno va haciendo trillo. Alguna vez tejí con trama fina y alguna vez
trencé con lazo grueso, unos moños con vida y a veces uno suelto, o nudos en
los dedos.
Parece que fue ayer, y en realidad fueron muchos, ayeres y mañanas, y martes y febreros. Y ahora sé que a veces dije que haría y otras tantas hice que diría, quién hubiera pensado, yo que dije aquello y luego no lo hice, e hice lo otro, y luego no lo dije. Y tanto para agolparse todo hoy, precisamente hoy, y quién lo hubiera dicho!
Parece que fue ayer, y en realidad fueron muchos, ayeres y mañanas, y martes y febreros. Y ahora sé que a veces dije que haría y otras tantas hice que diría, quién hubiera pensado, yo que dije aquello y luego no lo hice, e hice lo otro, y luego no lo dije. Y tanto para agolparse todo hoy, precisamente hoy, y quién lo hubiera dicho!