De grandes “penas y olvidos”, de agujeros negros. Abecedario
desconsolado, cincela la pared de tu memoria. Tanta fragilidad confunde miedo,
lenguas de fuego y frío extremo. No tuviste chance de gritar su nombre, no le
llevaste flores a los muertos. Te quedó pendiente aquella cita, te negaste
a respirar su cuello. Te fuiste a dormir con ojos secos, tapando con la
almohada tantos huecos.
Por no mirar sus ojos, calaste tu sombrero. Parapetado y triste, sin mucho por qué hacerlo. Un transeúnte más, bastante ciego, con una oreja sola y en silencio, recorre a paso lento, el tramo conocido y descontento. Se fueron los colores de tu mano, se te desbarató el tiempo. Mejor no decir nada, sólo tragar saliva y seguir yendo, pensando que está frío, crudo invierno...
Por no mirar sus ojos, calaste tu sombrero. Parapetado y triste, sin mucho por qué hacerlo. Un transeúnte más, bastante ciego, con una oreja sola y en silencio, recorre a paso lento, el tramo conocido y descontento. Se fueron los colores de tu mano, se te desbarató el tiempo. Mejor no decir nada, sólo tragar saliva y seguir yendo, pensando que está frío, crudo invierno...
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