Bien pensado, nada que empiece te
avisa, nos quedan algunos brazos colgando, porque no todas las noches
son de abrazos y no todas las vidas son de amores. No nos avisa un
sueño, cuando conquista espacio. Se va tramando como puede, enlazado
al contorno de tu cuerpo. Provoca acaso estridencias que
perfectamente pueden pasar por realidad a tus ojos, surgida de la
nada. Pero es tu sueño, que pide aire y se infla, enlazado a la
vida. Nada que termine te avisa, te das contra el final con paso
firme. Aunque lo hubieras buscado, nunca sabrías que ahí está, que
es ese. Y quedan párpados mustios de mirar soledades... bocas secas,
manos de felpa.
Puede que hoy, tengas en tu pecho
jazmines, como si fuera diciembre. Y puede también que no, que se
haya quedado marrón el último y al verlo caer te digas, “seguro
florece otro”, y no florezca.
El ser humano no puede, saber a ciencia
cierta cuanto va a durar encendida la luz en su jardín. Y no sólo
la del sol, cualquiera que ilumine. Porque no todas las sombras están
previstas, y las que intuyes... tampoco avisan.
Hay cosas más allá de lo que vemos,
hay noticias que no llegan y no por eso se detienen. Hay momentos en
que disfrutas tu vergel a pleno, sin preocuparte de por cuanto. Pero
también es importante, tener en cuenta que no todos los amores
cobran vida, y que hay jardines que no van a volver a ver la luz.
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