Cartuchos de silencio dispara la soledad que pellizca el alma. El alma del que espera tiene varias lesiones. Algunas son de frío que corta, otras de espinas, unas más leves y otras más profundas. No se notan en la piel, hay que mirar por dentro, dandole vuelta el cuerpo al que sufre, rebobinando luego. Hay que mirar a los ojos para descubrir los parches, se ven en los pliegues de los párpados y un poco en el tamaño de la pupila. Puede una mueca a veces darnos pistas, porque es frecuente que no pida ayuda con palabras, porque no se las sabe o las olvidó. “Te necesito” no sale fácil. Se tranca en las astillas de la persiana, o en la verja se queda. Yo he visto esa expresión colgando de algún dedo. Y no es de adorno que la usan ahí, es que se resbaló y quedó enganchada. Hay otras que también se trancan, vaya a saber uno dónde y por qué, “Sos importante para mi” es otra que no sale. Puede que esté muy a gusto, abrigada en una cabeza y se pregunte, para qué salir? Si hace frío afuera y capaz me congelo y no me escucha nadie. Estas expresiones son precavidas o distraídas, yo creo que las asusta caer en saco roto y romperse la crisma. Por eso las entiendo. Hay gente, que de tan cautelosa no dice ni “buen día”, y eso que esta expresión es fácil y cotidiana, pero no dicen. Les parecerá simple y estarán buscando otra expresión más elegante. Es gente que no sabe, que un alma pellizcada, sólo necesita un par de ojos tiernos, una boca que diga “Me haces falta”, y acaso una mano que tome la suya... Y salir a caminar por ahí, contando baldosas y esquivando charcos.
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