No puedes
detener al mar en la resaca, acaso tu mano retenga granos de arena y algunos
nácares. El agua sólo volverá, cuando la marea lo decida.
Puedes
retener una hoja soltada por la lluvia, pero al agua no, ella resbalará y luego
se evaporará con el sol...
Se trata de
soltar, de dejar ir. No vuelvas a encender las luces, deja oscuro el cuarto. Debes
dejar de rezagar olvidos, pon a salvo los granos de arena, guarda en un libro
la hoja, pero debes respetar el alma del agua y su albedrío.
Algo que la
naturaleza enseña, si quieres ver el esplendor de una flor en plenitud de
aroma... déjala en la planta, no la cortes.
Comienza a
caminar despacio, con los sentidos abiertos y el foco en tu utopía. No pierdas
el rumbo, no tienes tiempo que perder, camina
hombre, camina y déjate perder, para aprender del camino, para ser más sabio.
Es cierto
que los caminos bordean de nostalgia, asoman flores lila y amarillas, lugares donde
te sentiste bien. Pero como dijo Sabina, “al lugar donde has sido feliz, no debieras
tratar de volver”.
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