Seguro no era él quien vino y dijo, quien sólo tenía ojos para verte. Porque aunque haya mirado y haya dicho, no pudiste creer en su palabra. Es que no era, porque si hubiera sido, tal vez tendrías aún, la cara colorada. No deberías soñarlo porque en sueños, se miente con descaro. Poco después te duelen, los ojos al mirarlo.Pagas el precio de haberte equivocado, o peor, quedas debiendo sin siquiera saber cuánto. Es que lo hiciste tuyo, imagen animada, armada desde dentro y con retoques, colores que inventaste, nariz que le pusiste, palabras que esperaste. Te podría decir que así no vale, pero no soy tan sabia.
Lo que son las cosas, mientras te escribo esto, me viene a la sonrisa algo que una vez me dijeron. No era cierto, más me gustó escucharlo, recuerdo la sensación grata por la espalda. Y esperé por oírlo nuevamente, de puro novelera. Pero tampoco era, al menos en mi caso, el que tenía que ser, porque si hubiera sido, estaría todavía, bailando en la cocina, cantando por la calle, abrazando a la gente, apurando el paso para volver a verle. Así que bueno, si te quedaste, como tanta gente, “con el alma en cueros”, no intentes abrigarla. De su desnudez aprende, va agarrando confianza. Nada mejor, para aprender de ensayos, que un alma bien plantada.
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