jueves, 23 de abril de 2020

Estado de alerta



Cincuenta y tres bien llevados, quedo mejor vestida que desnuda, pensó. Todo cambiaba, desde la coronilla a la punta de los pies. ¡Fuera pensamientos peregrinos! Todo el día entre cremas y afeites. Dio su toque al living y al cuarto. ¡La luz! Puso pañuelos en las veladoras. Revisó la casa, todo impecable.

El timbre, subí, el corazón se acelera, pero ¡no seas pelotuda mujer!, si pasaron 30 años para vos, también pasaron para él. Abre la puerta, él la mira con ojos tibios y al sonreír se le vuelven a hacer los pocitos en las mejillas. Sin previo aviso le planta un beso que la despatarra, y a plena luz le dice: “El mismo sabor que recordaba”.

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