jueves, 10 de febrero de 2011

Madre...


Que me sostenga el aire y me eleve por los cielos, quiero viajar mirando el paisaje debajo, llevada por el viento. Que las estrellas vigilen mi viaje por si acaso, las aves predadoras amenazan mi vuelo. Lo tengo que hacer sola, apenas con ayuda de algunos elementos, de la naturaleza a quien confío, mi desamor, mi sueño y el ánimo perdido en vericuetos negros.

Estoy cansada, la cabeza pesada y el corazón de duelo, la sonrisa en picada, con bordes hacia el suelo, sonrisa del revés, mueca desolada de mi alma sin aliento.

Crecemos y aprendemos, a ver luces y sombras, jazmines, agua y cieno…

Es letal la congoja cuando ves que se apaga, sin poder detenerla, la vida del que antes, para vos no era viejo. Los que te antecedieron y llenaron tu vida de amor y pan; de leche y sonajeros… El ciclo cumple siempre, lo sabemos, no pasa de costado, va atravesando el cuerpo y dejando al descampado, sin canción ni consuelo, el alma del que llora, calladito hacia dentro. Madre velo tu sueño como velaste el nuestro, y como alimentaste te doy hoy el alimento. Quisiera retenerte, por egoísmo, cierto. Y vos ya estás cansada, yo no puedo con eso.

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