lunes, 29 de junio de 2020


ATARDECE
Ahora que no hay guitarras en la noche, ni noctilucas para mirar desde esa roca. Ahora que tenemos más vida por detrás que por delante, una nube rosada y gris que atardece, me vuelve a traer tu nombre. No nos cabían en el morral tantos sueños, me llevabas sobre nubes en la moto y yo abusaba gustosa del abrazo para no caer del cielo.
Ahora que no hay primeras veces, ni vergüenzas, ni te quieros, el sol termina de meterse y tu nombre se va desdibujando, no puedo sumarle más de cuarenta años, lo dejo allí, en su sitio de mi historia. Casi no hay rastros, sólo un poema que atesoro, escrito en una hoja de cuaderno, con los dobleces amarillos.

PERRO MALO
Con el sol que no se anima y la luna detrás del toldo gris, el frío se apodera de todo, Las manos duelen, la nariz roja y el gorro lleno de agujeros, los pies helados, Viene algún recuerdo que no se sabe bien de dónde sale, o tal vez fue una imaginería, pero aparece como rasgando la soledad. Es un rostro dulce, una mirada de mujer que sale de la nada. ¿Habrá sido esa mirada tierna? No le importa si fue, le importa que por unos minutos, algo bueno le desarrugó el alma. Vuelve el frío, la conciencia del entumecimiento y lo duro de la vereda, Ah, si tan sólo pudiera zafar por diez minutos del olvido. No tiene miedo, no siente nada. Le acercan un plato de guiso y despacio lo va comiendo, como por inercia. Come un poco y da un silbido, el Pulga no viene. Perro desgraciado, a dónde te fuiste, y yo acá guardándote guiso!

PRIMERA VEZ
Uno a uno desabrochaba los botones de la blusa, demorándose, anticipando el goce. Él la miraba estupefacto, tanto desearla y ahora estaba allí, frente a él, esa piel soñada. ¿Qué hago?, preguntó. Y ella sonrojada le dijo “dejate llevar”, y se fue acercando despacio como una gata. Al tenerla tan cerca al muchacho se le escapó un manotazo directo al escote mientras con la otra mano acercaba con premura su cara a la de él. La muchacha reculó asustada, ¿No era que no sabías, pedazo de bruto?, ¿No era dejate llevar? repreguntó él.

ESPERA
Uno a uno los días de la espera se desgranan empañando la ventana. Se le va diluyendo el ánimo, se le descose el alma. Tendida sobre la cama, el llanto le refresca la cara y no hay ruidos más allá de sus propias vísceras. Una y otra vez el miedo irrumpe voraz y con los ojos como platos se arruga sobre sí misma, se sienta en la cama y baja la cabeza, alivio.
Amanece una vez más, hay noticias en la radio, fue encontrado muerto y un grito se queda atascado entre pecho y espalda.
Ya la ventana no sirve de nada, ni la cama, ni todo su dolor inútil.
Sin lágrimas ya, uno a uno pasarán los días mientras el duelo roe su cicatriz enorme.

DESATADO
Más vale así. Sin despedidas con mocos, sin palabras que duelan. Salir despojado cortando el viento, firme el paso, liviana el alma. Alejarse silbando como si no doliera. Pensando que lo hecho no puede cambiarse, confiando en el tiempo para cambiar la mirada. Respirar, sentir el frío, sentirse desgraciado y disfrutarlo. Dejó una nota en la heladera, "Me voy tranquilo, seguí durmiendo, yo desperté temprano".

sábado, 6 de junio de 2020

Pulseada


El lugar de la tristeza es el costado del cuerpo.
Claro que no está sola, a veces la opacan unos brillos que te alisan el rostro, te erizan la piel y el alma. Momentos, en los que las demás emociones se apretujan para poder estar todas a la vez sacudiéndote, armando escándalo, porque así son ellas, puro movimiento dentro de tu cuerpo que late.
Cuando eso pasa, la pena se agazapa esperando jugar su papel, sabe que de un momento a otro, volveremos a ella.
A veces se desdobla y camina a nuestro lado sin tocarnos. Pero nunca se va lejos, confía en sí misma, sabe que en cualquier cruce la jugada será suya. Ella es poderosa porque ni el amor la desbanca, ni la alegría ni el placer, ni la ternura.
No tiene una distribución normal en la vida, porque como toda emoción, hace lo que quiere. No pide permiso, es irreverente, no se le dan bien las normas ni los límites.
Lo mejor que podemos hacer es respetarle su papel, dejarla expresarse y calibrarla, porque si la dejamos hacer, sola va gastando su fuerza y perdiendo la partida con otra, de las tantas y tantas que nos habitan.