domingo, 7 de marzo de 2010

Watch ang go


La música le acaricia lindo los oídos y se cuela hasta el centro mismo, irradiando cosas buenas. Cristina cierra los ojos y piensa, siente… se pregunta.

Ayer se encontró con Eduardo, fue un “Watch and go” como dijo él, la sonrisa le bailaba alrededor de los ojos.

Ella llegó apurada, casi sin peinarse, porque él perdía el zapatito muy temprano y sólo quería verlo, chequear los ojos con el sonido de su voz, medir la dimensión de la distancia que los separaba o los unía, vaya una a saber. ¿Dónde estás? – por allí -, un poquito más allá… la bienvenida colgando de la mochila, cansado, mirando el reloj, la calabaza pensaba Cris.

Lo conocía desde hacía un tiempo y aunque nunca lo había visto, creía saber bastante de él y se sabía conocida. De esos rastros estaba formada la expectativa del encuentro, del breve encuentro, sólo para mirar, sólo para rozar la mejilla con un beso, sólo para rozar la cintura en la despedida. ¿Un café?, claro!

Un café para los dos dijo él, apresurado, sin preguntarle si quería café. Cristina interrumpe – “Cortado para mí, gracias” – Qué apurado que está, piensa… debemos dejarlo volar porque hoy no es el tiempo de quedarse. Y tal vez nunca lo sea.

Eduardo tiene cosas en que centrarse, Cristina también, ellos han vivido aproximadamente la mitad de sus vidas, probablemente algo más de la mitad. Ahora ella busca entender cómo quiere vivir el tiempo restante. El lo tiene más claro, o eso parece, está muy seguro de lo que hace y dice, o tal vez no tanto.

Él la mira desde adentro y ella tiene que bajar los ojos (sos una pelotuda colegiala piensa Cris) Se va y no sabés cuándo lo vas a volver a ver, decí algo que sea significativo!!! ¿En qué empresa viajás? (jaaaaaaaaaaa, no se te ocurre nada mejor nena?)

El esta muy entrenado en la vida, mucho más que ella. No se le nota o casi nada de lo que le pasa por dentro, a ella si porque es desastrosamente transparente, semejante grandota.

Se va, se fue. Tá.

Cristina vuelve a su casa, con una sensación vaga en el estómago, con cosas que no dijo y quedaron en la gatera, con cosas que esperaba y no aparecieron. Llega y cae de golpe en la realidad cotidiana, había quedado la cocina para lavar, levanta la ropa de pasada, estos putos mosquitos, se quita sus pulseras y el reloj… ¿ya volviste? Dice la peque de la casa, ¿vamos al Shopping má? ¿Mañana te parece chiqui? Bueno… se acomodan las páginas, se desacelera el tiempo, aún es sábado. Cristina llama a su amiga y le dice, ¿vamos al cine? Sí, claro venite que voy sacando las entradas. Ellas se entienden, ven una peli desastrosa, la única a la cual llegaban y después se van a comer algo y a tomar una cervecita como debe ser, se cuentan sus impresiones (no las digitales, esas ya las tienen contadas).

¿Qué opinás Caro? Dale tiempo a la vida Cris, ese hombre está en otra cosa…

Ché! Que desastre la película por Diosssssssssss!!! ¿qué película? Ah! lo que vimos, del montón, para el mejor de los olvidos.

Después Cristina sopesa, lo que se rescata limpito del día entero. Una amiga es imprescindible siempre, y en algunos momentos, invalidante su ausencia!!! ¡Si tendremos cosas por aprender! Dicen a coro. Y sí, tenemos, por suerte.

1 comentario:

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