viernes, 16 de noviembre de 2012

Lo más desnudo del cuerpo


Hay ojos como abanicos que refrescan el consuelo.
Y hay dos pupilas enormes de celeste azul rodeo,
que pueden abarcar todo, y beben por su sustento
de la sonrisa granate que en su retina hizo asiento.

No viene solo el atisbo de la mirada consciente,
deja un cauce pedregoso que tiene forma sinuosa
y arrastra los enamoros en su sutil derrotero.
Pestañas y nariz juntos, se abren camino hacia el cielo,
que se rompe y cicatriza, con un color dominante,
temblor del ánimo suelto.

Van un palmo por debajo y otro tanto va en ascenso,
para llegar a ese punto donde se nace de nuevo,
donde se peca de ausencia,
donde se escucha insistente,
la misma palabra dicha
una vez y otra vez luego.

Van a parar a algún río o se quedan con lo cierto?
De susurros en la oreja, se erizan los preconceptos
y vienen trazando líneas que suenan con ruido tenso.
Breve la tarde se enrosca su enredadera crocante,
de sábanas que nunca cubren lo más desnudo del cuerpo.

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