jueves, 6 de diciembre de 2012

Pedacitos mal hilvanados


La cabeza a veces se reparte, porque se te mezclan conceptos con nociones, ideas nuevas, cosas recordadas, imaginerías y otros elementos no catalogados, pero sobre todo, palabras, símbolo del dime y te diré, del qué estás pensando quiero saberlo ahora. Porque es mucho más sencillo saber que piensa un cerebro compartimentado, que atisbar lo que siente un corazón desencajado. Y todo sale por la boca y por los ojos, a veces por la nariz, cuando respiras fuerte, o agitado, o suave, vaya uno a saber, depende de la velocidad del aire, la fuerza de expulsión y la resistencia que encuentra fuera de su ámbito.Si hace frío sale vapor, porque adentro del cuerpo hace calor, mientras estamos vivos. Es una buena cosa el calor de adentro, funde y amalgama, a veces hasta logra reconstruir corazones (que quedan como jarrón pegado), atempera pasados trancados en el cuello, libera besos al aire que en el mejor de los casos no se pierden.

Cuando el corazón se reparte, se distrae, se confunde, los trapos que lo unían se despliegan, quedan trozos sin encastre, rompecabezas fallido. Y hay dolor, del centro al costado del pecho duele leve, en superficie, que si lo tocás cede y por momentos desaparece. Estrangulado en la mayoría de sus concavidades, un corazón re-partido está de duelo. No hay sustancia inventada que haga que los retazos se junten como el mercurio, ávida búsqueda de su esencia, maleable, escurridizo, el mercurio. Cada parte del cuerpo tiene historias que contar, cada hombro, cada pié. Cada persona en cueros es una confesión, un temor, una vergüenza, o simple pudor.

El alma es otro tema, que sin duda ya abordamos y volveremos a hacerlo, porque ella como ya sabemos no está quieta y no se ofrece como objeto de estudio. Ella flota, pesa poquito y no obstante, es codiciada y ofrecida como bien de canje, “te doy mi alma”, “dame la tuya”, son solicitudes inviables, la podés tener en vilo pero nunca deshacerte de ella. Se sabe que uno la entrega “como si”, pero minga, no es del todo cierto. Me animaría a decir, que la tan mentada, es nuestra única cobija a veces, cuando puede, claro, porque a veces se le descosen algunos pedacitos mal hilvanados.

Por eso hay que pedirle a la gente y no esperar que la gente adivine, cuánto nos duele ahí, más cerca de la axila o del centro del pecho, explicar con palabras lo absurdo de nuestro pensamiento, la impertinencia de nuestras expectativas, para que otros no anden por ahí consiguiendo repuestos genéricos, que después hay que andar “atando con alambre”, mejor seamos específicos, no procuremos gente ilesa, no la hay. Pero en cambio podemos encontrar, alguien con hilo, incluso de colores, otros con retazos cuadrillé, puntillas varias, en fin, hay que ponerle ganas a esto de rearmarse y reinventarse. Ve por un bastidor para hacer flores de punto cruz y ballenitas en tu espalda, para embellecerla y cuando él la mire, piense, arrobado, qué bella es y cuánto esmero puso en acicalarse.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tus comentarios me ayudan a aprender