Empujes de
sol y viento, modelan tu madrugada.
Empujes de
mar y brisas, que te erosionan el alma, despliegue bello de arenas derramadas.
O algas en la orilla.
No somos, a
menos que la tierra nos celebre bajo los pies, que el viento nos despeine la
sonrisa o evapore nuestras lágrimas.
No somos,
si no hay agua que te limpie y sol que te alumbre el pensamiento, que tueste tu
piel y te haga, buscar refugio en la sombra.
No somos,
sin no hay abrazos que te estrujen la espalda, si no hay manos tendidas, si no hay
charlas.
No somos, si
no hay ojos que en nuestros ojos hablen, si no hay bocas, que en nuestras bocas
digan.
No somos,
si no hay anclas que te paren por un tiempo, si no hay alas que te alejen por
otro... Si no hay cometas, si no hay baile y fiesta y regocijo.
No somos en
la oscuridad del cuarto, detrás de las ventanas y callados.
No somos
sin arrugar sábanas, sin destender camas.
No somos
sin mezclar alientos, sin mariposas en invierno, sin frutos en la casa. Porque
humanos al fin, tendemos puentes, salvavidas. Bebemos por la boca de otros
seres, caminamos con alguien aunque solos.
Que el
camino nos oriente, que tu estés cerca y lo ilumines, que el portón suene en la
penumbra y sean tus pasos.
Que hagan
ruidito las hojas y que te vea venir, un poco chueco. Chueco de amores
infundados, por saberte solo y sin tierra, sin mi viento y sin mi agua...
Por sentir
tu espalda sin mi abrazo, sin que mis ojos hablen, sin que mi boca diga.
Empujes de
sol y viento, para moldearte a mi lado, haciendo juego conmigo, en mi cama y en
mi cuarto. Despierta de todo el tiempo en que has dormido soñando, porque yo
tengo el sendero para que aniden tus pasos.
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