lunes, 5 de abril de 2010

Caramelos en el alma


Caramelos en el alma, una mujer llora pero no está triste. Dio vida, sintió los gorgoritos de sus pececillos vibrando en el vientre, vio sus ojos al nacer y sus puños cerrados atrapando vida. Tules en su recuerdo y sonrisas llenas de zapallo, dos dientes, los de abajo, los que salen primero con cataratas de babitas y dolor de encías, las perlas cortan haciéndose camino en la boca, augurando vida plena y mordiscos ávidos.
Manos y piernas regordetas, rosaditas, pies como gemas, pelusita en la cabeza, recuerda la madre a sus bebas, una de rulos, la otra de lacio cerquillo, suaves cabellos coronando sus caritas, sus mejillas llenas de besos, las pancitas llenas de amor, los lloros…
Cuando nació la primera, ella era muy joven, temía no estar a la altura del desafío, cuando la segunda, ya no lo era tanto y temía que su cuerpo no respondiera con todo al llamado de la vida. La madre teme, es casi un destino. Aprende plegarias aunque no tenga fe, puede batirse a duelo con las sombras que rodean la cuna, saca de si lo desconocido y crece, se agiganta para abrigar su cría. La madre aprende que no hay amor que se compare con el que se siente por la cría, es absoluto e incondicional y velará por ella y la protegerá con su vida

2 comentarios:

  1. Hermoso amiga, y con la cálida frescura de siempre. Un abrazo.

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  2. Qué ternura Sil y es verdad, las niñas crecemos de pronto con la magia de sus llantos y comenzamos a brindarnos a la vida sin restricciones. Me gustó mucho

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