jueves, 21 de enero de 2010

Accidentado en mi mismo.


Dijo Moreira, mi amigo. El venía de contar como a veces se iba metiendo para adentro, y “andaba a las corridas”, ensimismado, lejos del mundanal ruido, de suerte tal que a veces, por avatares desconocidos, pegaba un barquinazo y zas (sic), quedaba como “accidentado” en si mismo. Así como lo leen, enelmismado.
Yo disfruté la imagen porque me lo figuraba, desplazándose en patineta por sus adentros, encontrando todo tipo de vegetación y aún tribus hostiles, de esas que se apoderan del mismamiento y nos dejan presos y no hay con qué darle. Y es aventurado meterse solo a realizar tal hazaña. Yo le decía, mitad por deformación profesional dijera Dolina, que mejor le convenía conseguirse un/a terapeuta (floral o arborescente) para emprender esas rutas, a modo de cayado pienso yo o caja de primeros auxilios en el caso de que uno, por decir algo, se encuentre en el adentro con algo que mete miedo. Que si bien somos grandes, nunca viene mal un “tapón agonístico” contra los demonios de uno mismo. Pero él dice que náaa, que ya hizo como mil de puro curioso y que ya tiene caminadas todas las rutas. Yo pensaba para mi, “qué venturoso ser”!!, yo no me sé ni el tramo de los 100 metros de la largada, porque como yo le comentaba a Moreira, a mi lo que me cuesta es el enmimismamiento. Es una cosa que yo trato, trato, pero como que me distraigo. Me aparece un pensamiento acá, un recuerdito allá, una cuenta para pagar, algo que sé que tengo que cambiar o un tema para escribir y tá, adiós concentración y me enafuero de inmediato. Por eso creo yo que a mí nunca me hipnotizarían, no me dejo. Y todo porque yo le dije que andaba con una contractura y entonces el amigo me aconsejaba respiración, tomar conciencia de mi cuerpo, ir aflojando de a partecitas, yo que de las falanges no paso, pensaba para mi, ¿cómo diantres?.
Yo hago los deberes, pongo incienso, musiquita, empiezo a aflojar de abajo para arriba, desde la punta de los pies en adelante, y cuando llego a las manos, ya se me fruncieron los pies, y vuelta a arrancar, yo creo que llegar a los hombros es uno de los mayores desafíos que yo me pueda proponer. Así que, lamentablemente, si bien yo lo puedo imaginar a él, accidentado en si mismo, yo ni eso, aunque pensándolo bien, de alguna manera si, porque una contractura como la que yo tengo no es un accidente geográfico meramente, es algún atragante que se me ha quedado atorado ahí. Pero hasta que no logre el asunto de la meditación, no creo que se me destranque, de momento, diclofenac.

2 comentarios:

  1. Gente, pongan algo bó! 0 comentario forever??? es fácilllll, se necesita feed back teurgen!

    ResponderEliminar
  2. Sil: más que diclofenac, yo te aconsejo Reiky o flores de bach. Música como terapia ya tenés la mejor, tal vez falte un poco de aire fresco y rambla de Malvín para reciclar el alma.

    ResponderEliminar

Tus comentarios me ayudan a aprender