viernes, 8 de enero de 2010

Otros caminos


La verdad que el tema de los caminos en un tema complejo. Inevitablemente aparecen por doquier, hay angostos y arbolados, hay anchos y asfaltados, otros de pedregullo, o piedras más grandecitas, difíciles de transitar. A la gente lo que le pasa con los caminos es un fenómeno que no creo sea muy original, porque las personas tenemos repertorios finitos para el abordaje de las cosas. Y los caminos son una cosa más en la línea de lo que vamos viviendo. Caminos… según el momento de la vida que nos toque, nos van gustando distintos. Entiéndase como camino todo lo que pueda ser transitado, atravesado, seguido, evitado ¿me captan? Camino viene a ser casi todo en esta gran metáfora de la vida. Hay etapas en las que queremos que el camino sea suave y de ser posible, mullido. Eso es cuando tenemos los pies cansados, o con ampollas. De seguro porque venimos transitando descalzos por lugares más o menos inhóspitos durante un tiempo y el resultado es ese, invariablemente, pies hechos pomada. Hay otros momentos en que la curiosidad nos mata y queremos encontrar uno que sea no demasiado lineal, lo queremos con volteretas y con alguna rama en el medio que haya que correr con la mano o con los pies, que tenga un poco de misterio, mucha vegetación y sonidos a los lados, que nos haga temblar un poco y nos llene de adrenalina. Eso pasa generalmente cuando la gente viene de transitar una carretera tipo la ruta 1 después de arreglada, que es lisita, facilonga, por la que vas mirando y ves vaquitas, ovejas, árboles, unos eucaliptos, matorrales, más vaquitas y otras ovejas y todo el paisaje es tan parecido que te vienen deseos de pintarle cosas, de agregarle, no sé, un rinoceronte acaso, o un puma corriendo… Y lo más que aparece es un zorrillo o un aperiá y hay que conformarse.
Si, realmente hay caminos requeteaburridos, que cada tanto hay que bajarse a estirar las piernas, aspirar el aroma del campo y sentarse en la hierba a soñar… Ahí es cuando yo les decía que nos empiezan a atrapar los andurriales, cuanto más intrincados, mejor. Si hay un camino inexplorado, si es que existe, nos entra como una emoción, “soy el o la primero/a en recorrerlo”, dan ganas de ponerle el nombre de uno y que todos sepan, los que pasen después, que fuimos nosotros que lo descubrimos. Lo que debe haber sentido Hernandarias cuando trajo las vaquitas!!! Ni se imaginaba el hombre que después de muchos años, ellas podían llegar a ser “figurita repetida” en el paisaje!! Ya lo creo que tendría otras cosas más complejas que pensar por entonces.
Pero con esto de la vegetación circundante creo que me fui por las ramas. Lo que yo quería transmitir en todo caso, es que cuando unos caminos ya los tenemos muy conocidos, los humanos nos inclinamos por otros caminos, creo que es así…

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