viernes, 8 de enero de 2010

La consigna: Callejones, que los hay, los hay...


Dan miedo los callejones, no sé bien por qué, tienen eso de que son angostos, mal iluminados y por lo general los asociamos con agua estancada y desperdicios. La otra cara de la luz, la otra cara de la vida urbana. Sin embargo, no es posible vivir sin callejones. Siempre hay un pedacito de cuadra que sobró en los planos de los arquitectos, y que nadie sabe bien qué hacer con él. ¿Quién se equivocó en los cálculos? No se sabe, depende de cada caso… De esta forma se van gestando y la gente no se apropia, los pobres callejones se van ennegreciendo y agrietando y ya nadie los transita.
Pero acordemos que depende del ancho y la longitud, así como de su ubicación en el contexto urbano. Hay callejones modelo, que sirven para poner bancos y plantas, quedan lindos! Entonces la gente dice “voy a la placita”, no dice “voy al callejón adornado”, es una cuestión de imaginario social. Deducimos entonces que hay callejones de primera y de segunda, y de cuarta, omitiendo específicamente la cualidad de tercero, ya que en mi teoría, la terceridad por lo común no afecta a los callejones. Acaso podríamos sustituir “de cuarta” por “de mala muerte”, siempre que uno pueda distinguir entre una buena y una mala. Yo creo que sí, ya que la muerte es un hecho y como tal, puede tener cualquier característica que uno pueda aplicar a cualquier hecho que suceda, dentro o fuera de un callejón.
Claro, ustedes dirán, ¿qué tiene que ver la muerte con los callejones? Es una buena pregunta en realidad, yo la haría. Pues tiene mucho que ver. Hay muertes en los callejones, personas y cosas mueren allí. Sonreirá más de uno pensando: ¿mueren las cosas? Claro que sí!! Detengámonos un momento en el concepto “cosa”, sabemos por los libros (que también son cosas) que este concepto se define como "objetos materiales susceptibles de tener un valor" (copiado de por ahí). Entonces tienen valor y si lo tienen pueden perderlo, ahí está!, una cosa que perdió su valor es una cosa muerta, y de eso también hay en los callejones.
Hay callejones para vivir o al menos para dormir, donde las personas que no tienen refugio, se acomodan más o menos, con mayor o menor cantidad de vituallas según el caso, hay familias enteras en un callejón, rodeados de cosas vivas y muertas. Y ellos vivos pero de una forma distinta a la que nosotros podemos intuir, “a su aire”, que es lo único que tienen en realidad.
Sí, definitivamente… callejones, que los hay, los hay.
Algunos están adentro y otros están afuera. En unos hay silencio y en los otros hay ruido, pero no respectivamente, puede variar. La clave está, a mi entender, en captar la complejidad del callejón para saber si está vivo o no, si vale la pena limpiarlo y habitarlo o cuando menos transitarlo. Ni hablemos de adornarlo. Por otra parte no es necesario que nos gusten todos, es más! Podemos escoger uno o varios y desestimar los otros, nadie nos obliga a tener en cuenta los callejones todos, sería inabarcable.

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